Los cuadros depresivos van
en aumento, ya afectan en el mundo a más de 350 millones de personas
y se proyecta como la segunda causa de discapacidad, y fue elegida este año
como tema central en la Semana Mundial de la Salud Mental por su alta
incidencia.
Estas cifras alarmantes son
un llamado de atención para esta enfermedad, que consiste en un estado mental
caracterizado por sentimientos de pesimismo, tristeza y desánimo, donde se
pierde la capacidad de placer.
Según la Organización
Mundial de la Salud, se estima que dentro de diez años la depresión será la
segunda causa de incapacidad a nivel mundial y para el 2030 se cree que será la
mayor responsable de carga de enfermedad.
Antes que nada, debemos
saber que un momento de tristeza, desánimo o bajón momentáneo no significa que
una persona sufra de depresión, es importante tenerlo en cuenta porque muchas
veces tiende a confundirse, y la depresión es un cuadro psicopatológico, o sea
una enfermedad y no un simple estado momentáneo.
La tristeza, el duelo,
tiene sus tiempos y hay que respetarlos, pero los límites entre lo pertinente y
lo patológico están dados por la intensidad de la reacción y por el tiempo de
recuperación.
Se puede decir que una
persona está deprimida cuando no puede enfrentar sus tareas habituales, ya sea
laborales, familiares, académicas o sociales, la depresión está muy difundida
en esta época por las dificultades que tiene el hombre para enfrentar un mundo
que lo margina.
Vivimos una época muy difícil,
donde cada vez estamos más alejados de nosotros mismos, de la naturaleza, de Dios.
La falta de propósito en la
vida nos está matando de a poco, el estar tan desconectados del ser que somos,
el hecho de reprimir nuestra creatividad porque no está a la altura de lo que
se considera una obra de arte según los parámetros de la sociedad en la que
vivimos, el estar permanentemente sobreviviendo para “tener” y no para “ser”.
Mientras no nos volvamos
conscientes que esta cultura del consumismo nos está debilitando cada vez mas
como seres humanos no podremos hacer los cambios necesarios para volver a
reencontrarnos con nuestra esencia, con lo que realmente deberíamos nutrir para
alejarnos del vacío, del miedo, de esa tristeza constante y permanente que se
convierte en depresión…que se arraiga en nuestra mente y nos destruye el alma,
que socaba nuestras fuerzas para impulsarnos y seguir viviendo.
Creo que no podemos seguir
mirando para afuera, la única alternativa que tenemos es mirar para adentro…intentar
encontrar esa luz que existe dentro de cada uno de nosotros…y al fin iluminar
nuestra existencia, a la que vemos insípida, sin sentido, sin razón…
Es el gran desafío que
tenemos adelante como especie el adentrarnos en ese viaje interior o sucumbir
al vacio que cada vez aprisiona mas nuestras vidas.
Esa falta de ánimo, de
valor, esa carencia de sentido nos está robando la vida, es tiempo de colmarnos
de “entusiasmo”…es tiempo de llenarnos de Dios por dentro, y vencer a la nada
que se está tragando a toda la humanidad.
Más que interesante lo que cuentas y me agrada que lo hagas de forma que se entienda.No me gustan los vacíos,los he sentido y se que hielan el alma pero gracias a Dios,siempre encontré alguna forma de llenarlos.
ResponderEliminarGracias por tu visita !!!
Un abrazo y encantada de seguirte.
Gracias por tu mensaje! me pone muy feliz lo que expresas en cuanto a que es claro lo que manifiesto, me parece que es la unica manera de que se pueda llegar al corazon..y cumplir con mi intención.Cariños!!
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