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martes, 30 de diciembre de 2014

VIOLENCIA HACIA LOS ANIMALES




Las personas que nos preocupamos por los animales y el trato especista que reciben de parte de la sociedad, siempre nos hacemos la misma pregunta: ¿cómo es posible que existan actos de crueldad hacia ellos? Tanto a nivel particular como social; se trate de perros, gatos o animales que se califican "de granja", "de entretención", etc., siempre aparece algún caso que produce escándalo en la opinión pública, o sólo constatando el hecho de que todos hemos tenido algún vecino/familiar/amigo desaprensivo que, en mayor o menor grado, maltrata a sus animales. En todos estos casos, la pregunta sobre las causas del maltrato es la misma. En este breve artículo exploraremos algunos motivos que llevan a la crueldad hacia los animales, y algunos consejos para evitarla y superarla.

Maltrato no intencional

Muchas de las personas que abusan o maltratan a los animales no lo hacen a propósito, o al menos, no consciente ni intencionalmente. Todos hemos sido educados en una sociedad profundamente antropocéntrica y especista, es decir, que encasilla a los animales como "cosas insensibles" y que no tienen validez moral, por lo tanto, actuamos en consecuencia. Entonces, las personas no se dan cuenta de lo que hacen, ni mucho menos, reflexionan sobre ello. Con los animales no humanos "siempre se ha hecho así" y por lo tanto, no importa cuestionarse qué o cómo hacemos con ellos. Los animales no sienten, y "si es que sintieran", sus sentimientos no importan ni son relevantes; por lo tanto tampoco importa mucho lo que hagamos con ellos. Aquí entran los casos de negligencia, es decir, en los que se falla al proveer a un animal de sus requerimientos más básicos de alimentación, agua, refugio y cuidados veterinarios. También hay negligencia cuando se desconocen, ignoran y por lo tanto, no se tienen en cuenta, las necesidades psicológicas y emocionales de los animales. 

Veamos distintos ejemplos:

Muchas personas no saben ni se dan cuenta que lo que hacen es cruel: por ejemplo, las personas que tienen a sus perros confinados en pequeños patios durante toda su vida, o los mantienen atados a cuerdas (se dan casos, incluso, de gatos atados a cuerdas para restringir sus movimientos), o dejan que las hembras se preñen y tengan a sus cachorros, para luego "regalarlos" (o incluso, venderlos). Estos cuidadores no asocian estos hechos a una negligencia ni a una mala calidad de vida de sus animales: como los perros no sienten, y encima, tienen la obligación de "ser guardianes de la casa", entonces, les da igual si están atados con más o menos cuerda, o en un patio de más o menos tamaño. Como las hembras "se embarazan", pues tras el parto ya otro se hará cargo, no importa si bien o mal, de los cachorros, a ellos sólo les importa el dinero que saquen vendiendo a los cachorros. En su lógica, ellos como "dueños" no hacen nada malo.

Algunas personas tratan de controlar a sus animales con métodos de disciplina crueles: golpes, descargas eléctricas, palizas. Ellos piensan que los castigos y la intimidación física y psicológica son las mejores herramientas para resolver un problema de comportamiento y para "controlar a las bestias". Pero no lo son en la medida que imponen poder por la fuerza, maltratan y no responden a las necesidades psicológicas ni emocionales de los animales.

Otras personas son crueles simplemente porque no ponen atención. Muy relacionado con lo anterior, como los animales no sienten o importan menos, pues no hay que cuidar de no hacerles daño. Así, por ejemplo, puedo olvidarme de cambiar/dejar agua fresca o comida, o proveerle de un lugar cálido para dormir en las noches frías. "Los animales ya se las arreglarán". 

En estos casos, la única solución es la educación y sensibilización. Estas personas pueden aprender y entender que están siendo crueles con sus animales, conociéndolos en su fisiología y comportamiento, para que vean el maltrato y tomen conciencia respecto a las necesidades de sus animales, poniendo sus actos en perspectiva: que se den cuenta de que lo han estado haciendo mal. En el caso de la negligencia, ésta se maneja requiriéndole al dueño que corrija esta situación (ya sea de manera informal o a través de la legislación local, si ésta existe) bajo amenaza -o cumplimiento efectivo- de un castigo como multa o cárcel, pero siempre ha de ponerse énfasis en la entrega de información y educación para superar este maltrato no intencional.

Maltrato intencional

Otro grupo de personas que maltratan a los animales lo hacen a propósito y con pleno conocimiento de que lo que hacen es malo; pero lo hacen por un corto período de tiempo, o lo ejecutan en pocas ocasiones. Por ejemplo, un grupo de niños que decide lanzar piedras a los nidos de los pájaros, o maltratar a un gato/perro que ronda en el vecindario.

Estas personas usualmente son jóvenes y dañan a los animales porque no están pensando en el daño sino en la diversión de ejercer poder sobre ellos, o también porque no pueden oponerse a la presión que ejerce el grupo de amigos.

Quienes no están pensando en el daño ocasionado pueden estar molestos o sentirse frustrados, y descargan su rabia contra los animales; o bien piensan que es entretenido ver cómo el animal se retuerce o huye. En cualquier caso, no están pensando en los sentimientos de los animales a los que causan daño, ni en la magnitud del daño que le están causando, mucho menos en las consecuencias para el animal.

Los que presionan al grupo sólo están mostrando su poder e influencia sobre el resto; o bien están tratando de impresionarse mutuamente, por lo que siguen lo que el grupo hace.

El daño intencional a los animales es un tema serio, que debe ser reorientado y castigado. Nunca son "bromas o inocentadas de niños", sino que se trata de actitudes que, de no ser reorientadas, podrían perpetuarse en el tiempo. 

Nuevamente en estos casos, es a través de la educación que se debe inculcar la empatía y el ponerse en el lugar del animal maltratado, aprendiendo a sentir como los otros, para orientarnos fuera de nosotros mismos y entender que los animales también sufren. Y que si esos animales sufrieron, fue por una acción y decisión personal, que debe ser castigada/penalizada para no volver a repetir la escena. Aprender que los actos propios tienen consecuencias negativas -y si uno lo quiere, también positivas- sobre otros seres vivos.

Maltrato intencional cruel

Estas personas son las que maltratan a mayor nivel y sistemáticamente de manera intencional, porque disfrutan provocando daño a otros seres vivos, por el hecho de sentirse poderosos.

Estas personas necesitan ejercer su poder sobre otros, y dañarán a los animales porque piensan que de esa manera los controlan y gobiernan. O también, maltratan al animal para ejercer su poder sobre otra persona (es el típico caso del novio/marido maltratador que pega/daña/tortura/mata al perro/gato/pájaro de su novia/esposa para retenerla en sumisión, pues le podría hacer lo mismo a ella). 

Otras personas harán que sus animales dañen a otros animales, porque eso les convierte en una dupla poderosa, donde evidentemente, quien tiene el control es el dueño.

Otras personas simplemente disfrutan ejerciendo la violencia y provocando dolor a otros seres vivos. Éstas personas, por regla general, en su violencia suelen destruir objetos inanimados, además de hacer daño torturando y provocando dolor a los animales y a otras personas.

Las personas de este grupo sufren serios problemas psicológicos que no pueden dejarse desatendidos porque no "pasarán" con el tiempo. Estas personas necesitan, con urgencia, apoyo profesional que les rehabilite en sus relaciones sociales y con su entorno inmediato. Sin ayuda, los problemas psicológicos de estas personas los afectarán de por vida, y ellos continuarán maltratando -de manera cada vez más violenta- a otros seres vivos, y seguro que también a otras personas.

Con este breve análisis podemos entender un poco mejor qué hay detras de los actos de maltrato y crueldad con los animales, y tratar de actuar en consecuencia en nuestro medio más inmediato. Este análisis también nos invita a reflexionar y situarnos en la red más amplia de maltrato, el institucional, que es el que estamos apoyando nosotros mismos cuando consumimos productos de origen animal (carne, huevos, leche), llevamos a los niños al circo o al zoológico, cuando compramos "mascotas" en vez de adoptar de un refugio, etc. Además nos permite reflexionar críticamente sobre la situación de nuestro entorno, y tener voces de alerta ante, por ejemplo, la presencia de menores que están permanentemente torturando animales. 

También es útil para hacer nosotros mismos un ejercicio de empatía y educar a las personas en dos hechos: que los animales sienten, y por lo tanto, son capaces de experimentar dolor, de sufrir y también de gozar de estados de bienestar; que nuestros actos sí tienen consecuencias al respecto; y que vivir la vida en el respeto hacia los otros tiene que involucrar, además de las personas humanas, necesariamente también a los animales no humanos.



Fuente: Dosomething.org. Fuente imágenes: PETA.

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