Las
personas que nos preocupamos por los animales y el trato especista que reciben
de parte de la sociedad, siempre nos hacemos la misma pregunta: ¿cómo es
posible que existan actos de crueldad hacia ellos? Tanto a nivel particular
como social; se trate de perros, gatos o animales que se califican "de
granja", "de entretención", etc., siempre aparece algún caso que
produce escándalo en la opinión pública, o sólo constatando el hecho de que
todos hemos tenido algún vecino/familiar/amigo desaprensivo que, en mayor o
menor grado, maltrata a sus animales. En todos estos casos, la pregunta sobre
las causas del maltrato es la misma. En este breve artículo exploraremos
algunos motivos que llevan a la crueldad hacia los animales, y algunos consejos
para evitarla y superarla.
Maltrato
no intencional
Muchas
de las personas que abusan o maltratan a los animales no lo hacen a propósito,
o al menos, no consciente ni intencionalmente. Todos hemos sido educados en una
sociedad profundamente antropocéntrica y especista, es decir, que encasilla a
los animales como "cosas insensibles" y que no tienen validez moral,
por lo tanto, actuamos en consecuencia. Entonces, las personas no se dan cuenta
de lo que hacen, ni mucho menos, reflexionan sobre ello. Con los animales no
humanos "siempre se ha hecho así" y por lo tanto, no importa
cuestionarse qué o cómo hacemos con ellos. Los animales no sienten, y "si
es que sintieran", sus sentimientos no importan ni son relevantes; por lo
tanto tampoco importa mucho lo que hagamos con ellos. Aquí entran los casos de
negligencia, es decir, en los que se falla al proveer a un animal de sus
requerimientos más básicos de alimentación, agua, refugio y cuidados
veterinarios. También hay negligencia cuando se desconocen, ignoran y por lo
tanto, no se tienen en cuenta, las necesidades psicológicas y emocionales de
los animales.
Veamos distintos ejemplos:
Algunas
personas tratan de controlar a sus animales con métodos de disciplina crueles:
golpes, descargas eléctricas, palizas. Ellos piensan que los castigos y la
intimidación física y psicológica son las mejores herramientas para resolver un
problema de comportamiento y para "controlar a las bestias". Pero no
lo son en la medida que imponen poder por la fuerza, maltratan y no responden a
las necesidades psicológicas ni emocionales de los animales.
Otras
personas son crueles simplemente porque no ponen atención. Muy relacionado con
lo anterior, como los animales no sienten o importan menos, pues no hay que
cuidar de no hacerles daño. Así, por ejemplo, puedo olvidarme de cambiar/dejar
agua fresca o comida, o proveerle de un lugar cálido para dormir en las noches
frías. "Los animales ya se las arreglarán".
En
estos casos, la única solución es la educación y sensibilización. Estas
personas pueden aprender y entender que están siendo crueles con sus animales,
conociéndolos en su fisiología y comportamiento, para que vean el maltrato y
tomen conciencia respecto a las necesidades de sus animales, poniendo sus actos
en perspectiva: que se den cuenta de que lo han estado haciendo mal. En el caso
de la negligencia, ésta se maneja requiriéndole al dueño que corrija esta
situación (ya sea de manera informal o a través de la legislación local, si
ésta existe) bajo amenaza -o cumplimiento efectivo- de un castigo como multa o
cárcel, pero siempre ha de ponerse énfasis en la entrega de información y
educación para superar este maltrato no intencional.
Maltrato
intencional
Otro
grupo de personas que maltratan a los animales lo hacen a propósito y con pleno
conocimiento de que lo que hacen es malo; pero lo hacen por un corto período de
tiempo, o lo ejecutan en pocas ocasiones. Por ejemplo, un grupo de niños que
decide lanzar piedras a los nidos de los pájaros, o maltratar a un gato/perro
que ronda en el vecindario.
Estas
personas usualmente son jóvenes y dañan a los animales porque no están pensando
en el daño sino en la diversión de ejercer poder sobre ellos, o también porque
no pueden oponerse a la presión que ejerce el grupo de amigos.
Quienes
no están pensando en el daño ocasionado pueden estar molestos o sentirse
frustrados, y descargan su rabia contra los animales; o bien piensan que es
entretenido ver cómo el animal se retuerce o huye. En cualquier caso, no están
pensando en los sentimientos de los animales a los que causan daño, ni en la
magnitud del daño que le están causando, mucho menos en las consecuencias para
el animal.
Los
que presionan al grupo sólo están mostrando su poder e influencia sobre el
resto; o bien están tratando de impresionarse mutuamente, por lo que siguen lo
que el grupo hace.
El
daño intencional a los animales es un tema serio, que debe ser reorientado y
castigado. Nunca son "bromas o inocentadas de niños", sino que se
trata de actitudes que, de no ser reorientadas, podrían perpetuarse en el
tiempo.
Nuevamente en estos casos, es a través de la educación que se debe
inculcar la empatía y el ponerse en el lugar del animal maltratado, aprendiendo
a sentir como los otros, para orientarnos fuera de nosotros mismos y entender
que los animales también sufren. Y que si esos animales sufrieron, fue por una
acción y decisión personal, que debe ser castigada/penalizada para no volver a
repetir la escena. Aprender que los actos propios tienen consecuencias
negativas -y si uno lo quiere, también positivas- sobre otros seres vivos.
Maltrato
intencional cruel
Estas
personas son las que maltratan a mayor nivel y sistemáticamente de manera
intencional, porque disfrutan provocando daño a otros seres vivos, por el hecho
de sentirse poderosos.
Estas
personas necesitan ejercer su poder sobre otros, y dañarán a los animales
porque piensan que de esa manera los controlan y gobiernan. O también,
maltratan al animal para ejercer su poder sobre otra persona (es el típico caso
del novio/marido maltratador que pega/daña/tortura/mata al perro/gato/pájaro de
su novia/esposa para retenerla en sumisión, pues le podría hacer lo mismo a
ella).
Otras personas harán que sus animales dañen a otros animales, porque eso
les convierte en una dupla poderosa, donde evidentemente, quien tiene el
control es el dueño.
Otras
personas simplemente disfrutan ejerciendo la violencia y provocando dolor a
otros seres vivos. Éstas personas, por regla general, en su violencia suelen
destruir objetos inanimados, además de hacer daño torturando y provocando dolor
a los animales y a otras personas.
Las
personas de este grupo sufren serios problemas psicológicos que no pueden
dejarse desatendidos porque no "pasarán" con el tiempo. Estas
personas necesitan, con urgencia, apoyo profesional que les rehabilite en sus
relaciones sociales y con su entorno inmediato. Sin ayuda, los problemas
psicológicos de estas personas los afectarán de por vida, y ellos continuarán
maltratando -de manera cada vez más violenta- a otros seres vivos, y seguro que
también a otras personas.
Con
este breve análisis podemos entender un poco mejor qué hay detras de los actos
de maltrato y crueldad con los animales, y tratar de actuar en consecuencia en
nuestro medio más inmediato. Este análisis también nos invita a reflexionar y
situarnos en la red más amplia de maltrato, el institucional, que es el que
estamos apoyando nosotros mismos cuando consumimos productos de origen animal
(carne, huevos, leche), llevamos a los niños al circo o al zoológico, cuando
compramos "mascotas" en vez de adoptar de un refugio, etc. Además nos
permite reflexionar críticamente sobre la situación de nuestro entorno, y tener
voces de alerta ante, por ejemplo, la presencia de menores que están
permanentemente torturando animales.
También es útil para hacer nosotros mismos
un ejercicio de empatía y educar a las personas en dos hechos: que los animales
sienten, y por lo tanto, son capaces de experimentar dolor, de sufrir y también
de gozar de estados de bienestar; que nuestros actos sí tienen consecuencias al
respecto; y que vivir la vida en el respeto hacia los otros tiene que
involucrar, además de las personas humanas, necesariamente también a los
animales no humanos.
Fuente:
Dosomething.org. Fuente imágenes: PETA.
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